Por el Dr. Miguel Antonio Meza

En tanto que unos envidian al país, otros lo denostan sin razón. Su modo de vida ya es la señal de una nueva etapa universal de la cultura. Diría yo que, la mitad del siglo pasado y lo que llevamos de este, el modo de vida norteamericano rige la humanidad.
Coincido qué hay quienes les critican sin conocerlos y otros se enfadan de la simplicidad de la vida norteamericana con sus estridentes debilidades: racismo, religiosidad hipócrita y armamentismo irresponsable.
Tiene razón Castañeda: largo es el camino para que la igualdad de la mayoría originaria, extienda sus beneficios a las minorías -próximamente mayoritarias-. Es una democracia y clase media “a lo ateniense”: somos iguales entre nosotros, pero de esto no tienen derecho los otros.

Respecto de sus elecciones y su democracia: El sistema es democrático, en tanto cuanto responda a su origen de colonia uniformes. Pero es incompatible con las adendas a esa sociedad: tales como la esclavitud de los afros, el exterminio de los nativos, el desprecio por los migrantes y el menosprecio por los pobres, para mayor precisión.

El autor se refiere al gusto que le han tomado al país muchos de sus visitantes. Falto el dato de Humboldt, aquel científico alemán que fue a entregarles la información -que ellos desconocían- de la grandeza del naciente Mexico, y a despertarles la curiosidad y la codicia -virtud muy norteamericana-.

De nuestros migrantes, sólo un comentario: a medida qué se asimilen -que ocurrirá seguramente-, disminuirán progresivamente sus remesas a nuestro país. Habrá que preverlo.

Respecto de la cultura: tiene razón el autor: hay de aquellos que se oponen (como yo, durante décadas) y que ignorábamos los beneficios de asistir a una Universidad de aquel país, ver un musical de Broadway o vivir la emoción mercado-técnica de un juego de base ball de grandes ligas. Acceder a una biblioteca universitaria o visitar un museo; convivir en un acto religioso de afros o asistir a los mítines sindicalistas y su parafernalia, son experiencias únicas.

Los ideales de la clase media -que es la inmensa mayoría de sus habitantes- se cumplen a plenitud con el consumismo; este es virtuosamente atendido por la economía de escala en todos los aspectos, quizá con debilidades en el sistema médico.

Es un libro muy accesible para todo público. No es texto académico, aunque sus referencias hablan de un largo y minucioso estudio. Tiene capítulos deliciosos y otros que llaman a la reflexión. En este caso, yo me fui por la versión impresa, aunque también está disponible la digital.

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