Detroit

Era una tarde gris y fría, con calles nevadas y black ice, viento helado y escasas luces que, acompañadas por las candilejas del edificio iluminan un viejo vagón de ferrocarril, de antiguos perfiles con múltiples rayos de luz que salen de los agujeros en el techo del vehículo blindado, armatoste extraído de los transportes de la última guerra europea.

Del viejo vehículo salen lamentos que, aunados a los rayos de luz, rememoran a las varias decenas de mexicanos que, engañados por un coyote, los subieron a un furgón para “llevarlo al otro lado”, siendo abandonados a su suerte en una espuela de ferrocarril en Sierra Blanca, Texas. Pasaron las horas, los días y los paisanos fueron muriendo poco a poco, asfixiados y deshidratados por el calor sofocante y la falta de aire. La desesperación y la supervivencia no fueron suficientes para romper las puertas del vehículo blindado y sellado por fuera. Ese vagón de ferrocarril, fue una tumba colectiva.

Pero estamos frente a una reconstrucción del furgón asesino. Es una instalación hecha por Yoko Ono para mostrar su solidaridad con los migrantes de todo el mundo. Todos los del sur vamos hacia el norte. Así ocurre en África y en América. Yoko, conocedora de la tragedia de Sierra Blanca, hace esta instalación y la trae a Detroit, al Instituto de Artes. Es su forma de proyectar en este mundo deshumanizado que olvida a los pobres y en cambio exhalar a los poderosos.

Estamos en el patio, frente al Instituto de Artes de Detroit. Ese edificio de níveas paredes de mármol italiano y en cuyo interior están los expresivos murales del Diego Rivera de los 20.

Yoko ha venido a presentar la instalación. A decirle a Norteamérica que ésta es solidaria con los migrantes. Qué hay que humanizar la migración, sobre todo la de los jornaleros agrícolas mexicanos, mañosamente abusados por los coyotes de allá y de acá”El Cónsul de México —el autor de estas palabras—, pasa al podium y se dirige a la concurrencia. Agradece al IAD y a los presentes el apoyo a los migrantes indocumentados.

Procedo a saludar a la artista y luchadora social…. en el ambiente suenan las notas de Imagine de Lenon… y le digo a Yoko: You are beautiful, not only for your eyes and your face… you are beautiful by your heart, where the most beautiful feelings live. That’s the reason I present to you this award.

—Thanks Yoko, for your inspiration and solidarity to our migrants.

—Thanks for be here and support our mexican-american community

Ella se puso de pie y colocó un beso en mi frente.

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Yo la veía por las tardes. Su cuerpo enjuto y pequeño, su discreto tocado, ya no usaba sus lentes y su vista se posaba en el horizonte. Eternamente vestía de color blanco o crema. Asistida por alguna enfermera o asistente. Las tardes eran el tiempo para salir del condominio donde pasó sus últimos años y admirar el río Detroit, la otra orilla – Canadá- y las interminables parvadas de patos trasnacionales.

En un par de ocasiones la encontré en el elevador: sentía yo estar frente a la historia viva y a la vez frente a una mujer santa. Hacía años que fue detenida, encarcelada y tuvo que pagar $14 dólares de multa por sentarse en la sección de un autobús público destinada a los “blancos”.

Ella era una costurera, mujer joven de color, quien utilizaba el transporte público de ruta para ir de casa a su trabajo, en Montgomery, Alabama. Esa mañana, el autobús iba casi vacío y se le hizo fácil sentarse en la sección exclusiva para blancos. Sabía que no debía hacerlo. Sabía que era atentar contra las reglas de la segregación: ella inicio la resistencia pacífica contra la separación de los seres humanos por el color de su piel en el ano de 1955.

Las reglas de los estados del sur no cambiaron mucho en varias décadas. Si bien la esclavitud fue suprimida desde mediados del Siglo XIX, la segregación estaba en el ambiente y en las leyes: había dos mundos y el de los blancos constantemente le repetía a los de color su nivel subordinado. Vejaciones, trabajos infames, escuelas y barrios distintos, limitaciones de convivencia y leyes distintas hacían de la sociedad sureña una vida de oprobio para los seres humanos de color.

Martin Luther King la invitó como aliada de la lucha por la igualdad. Fue creciendo el movimiento en contra de la segregación. En Detroit, frente a Rosa Parks, King ensayó, pronuncio por vez primera aquel emblemático mensaje de “I have a Dream” … y luego fue la gran concentración en Washington, donde King presentó la versión acabada de ese mensaje. Allí estaba Rosa.

Pasaron los años, King y otros líderes afro fueros asesinados y ella fue una eterna militante en la defensa de la equidad: un emblema vivo en la lucha por la igualdad de todas las personas en los Estados Unidos. Una tarde de octubre en 2005 llega el final. Toda la sociedad norteamericana se volvió hacia esa pequeña gigante de mujer.

A la Iglesia de Greater Grace Temple de la emblemática calle Seven Mile, concurrieron innumerables personas de la nación y enviados de otros países parea su servicio funerario.

Acudí a su funeral como vecino de sus últimos años, en el condominio Riverfront de Detroit, pero también, con el mensaje de reconocimiento a su grandeza por parte del pueblo de nuestra nación. El Cónsul de México acudió, hice guardia e hice una declaración a su familia.

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